24/11/10

Terapia

Es miércoles y espero impaciente la hora en que veré a mi terapeuta. Antes no me gustaba ir a la terapia por que malograba mi rutina pero ahora que es parte de ella no me molesta tanto.

Me dijeron que tomara una actividad cualquiera y llevara los resultados cada miércoles. Le dije a la doctora que antes me gustaba escribir pero que había dejado de hacerlo hace un buen tiempo. Me miro y sin decir nada entendí que debía volver a escribir.

Al inicio no sabía exactamente sobre que escribir. Escribía historias sin mucho sentido, con personajes incompletos y finales incompresibles. Con el tiempo empecé a dejar el pudor de lado y escribía sobre una vida privada que empezaba a hacer pública a modo de ficción. Empecé a sentirme a gusto y cada día sentía que escribía mejor o al menos era lo que una de mis tías decía.

A la doctora no le importaba mucho como escribía. Estaba más interesada en las cosas que en el fondo trataba de decir. Cosas en las que había dejado de pensar pero que utilizaba al recordar momentos de mi vida para empezar a escribir por las mañanas y después de almorzar.

En las noches iba por un por un café y fumaba unos cuantos cigarrillos pero nunca se me ocurría nada ahí. Me gustaba saludar a la cajera y a las chicas que me atendían. Me hice conocido por ir todos los días solo y con un libro.

Mi autor favorito también escribe sobre su vida. Me parece interesante que alguien pueda tener éxito únicamente escribiendo y durmiendo la siesta. Yo quiero una vida así y tal vez conocer a una chica adicta a la coca-cola y que tome café conmigo.

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