27/10/10

gracias por existir

Aun recuerdo cuando fue la primera que te vi. Fue en uno de los pasillos de la facultad de letras, tú no encontrabas tu salón de clases y yo quería salir lo antes posible de la universidad. Estabas perdida ese día y no tuviste mejor idea que preguntarle a un completo extraño en que salón tenias clases de historia. Sabia quien eras por que antes me habían hablado de ti y había visto un par de fotografías que una chica de tu promoción del colegio me mostro. Te dije en que salón era tu clase, te fuiste sin despedirte dejándome desconcertado. ¿Quién le pregunta a un extraño en que salón tiene clases de historia? La siguiente vez que te vi me presente de la mejor manera que pude. Hasta intente peinarme pero ya habías escuchado varias historias sobre mis grandes “hazañas” en el poco tiempo que llevaba en la universidad. No es que fuera un alcohólico pero sí, me gustaba beber y a ti te molestaban las personas que solían estar ebrias. Yo solía estar ebrio casi todo el tiempo después de clases.

Me di cuenta que si quería hablarte debía estar sobrio, dejar en claro que podía controlar mis ganas por beber alcohol y que yo era quien invitaría el café. Recibí un “no” por respuesta. A ti nunca te gusto que te invitaran a salir así que cada uno pago el café que consumió la primera vez que salimos juntos. No sé qué hiciste pero poco a poco empecé a dejar de beber. Me gusto mas verte y eso incluía estar sobrio. Nos gustaba ir a la cafetería de la universidad yo siempre pedía un café y tu un helado. A mí nunca me gustaron los helados e incluso podría beber café en el día más caluroso de todos.

Ahora somos grandes amigos. El único problema es que tú ya sabes que me gustas y yo se que no tengo ni la mas mínima oportunidad contigo. Preferimos no pensar mucho en el tema. Tenemos muchas otras cosas más importantes sobre que hablar. Aun me gusta verte molesta cuando trato de pagar la cuenta e insistes en cada uno pague lo que consume. Aun me gusta saber que seguiremos siendo solo amigos.