16/11/10

No es la primera vez

No es la primera vez que despierto un domingo sabiendo que he perdido una muy buena y promisoria amistad por culpa de mi ebriedad. Estoy seguro que tampoco será la última vez. No encontré mi inhalador en la mañana y tampoco me bañé. Me gusta afeitarme los lunes antes de ir a estudiar. Extraño a casi todos los amigos que perdí.

Aun no cumplo veintitrés y ya he pasado por un quirófano más de una vez al cual llegue en una de esas oportunidades en una ambulancia inconsciente y con las transaminasas por las nubes. Yo también me sentía en las nubes. No fue divertido, en lo absoluto.

Mi cumpleaños es el veintitrés de octubre y suelo hablar con Daniela, la cajera de la cafetería a la que siempre voy, para recordarle que se acerca mi cumpleaños el veintitrés de cada mes. No lo hare mas después de cumplir veintitrés años.

Extraño también a las personas que no fueron mis amigos pero que intentaron serlo. En realidad siguen estando en mi mente así ya no los vea por que dejaron de estudiar o decidieron hacer algo más interesante con sus vidas que vivir atrás de un escritorio y me dio flojera mantener contacto con ellos. Ninguna de esas personas va al mismo bar en el suelo beber o de lo contrario los seguiría viendo.

Mi vida es una frustración continua. No soy más que un niño que habla bonito y que no representa amenaza alguna para el resto de hombre respecto a las féminas. Ellas son esquivas y lejanas. En algún momento me enamore de mi mejor amiga pero no me duro más de un fin de semana.

Tengo una media hermana que en realidad no es mi media hermana. Es solo una amiga, casi vecina, que recibió aquel extraño titulo por la diferencia de edad que teníamos. Ella también quiso olvidarme. No todo silencio es olvido. Aun la extraño y le debo una disculpa.

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