3/12/10

Reuniones familiares.

Uno de los tíos mayores en la familia decidió reunir a la mayor cantidad de parientes una vez al mes. No nos veíamos muy seguido y tampoco se podía decir que éramos cercanos. Cuando mi tía recibió la invitación del tío Simón para ir a su casa de campo una vez al mes, dudó un poco antes de aceptar ir. Me preguntó si podía acompañarla y me ofreció unos dulces de la pastelería que quedaba cerca al departamento si iba con ella.

Mi tío nunca quiso ir a las reuniones. Sus concuñados lo habían obligado a beber en alguna que otra reunión familiar o matrimonio en el cual termino muy ebrio y se sintió avergonzado. Yo sabía que no le caía muy bien la tía Consuelo.

Precisamente la tía consuelo había decidido estar enferma por estos días. La reuniones eran el primer sábado de cada mes. Por ser fin de año se había dispuesto que los que llegaran después de la hora de almuerzo deberían llevar una caja de cerveza o un par de botellas de vino. No me gustaba mucho la idea de ver a toda mi familia ebria pero al menos los haría más entretenidos y no tendrían tiempo para hacerme las mismas preguntas de siempre.

La tía Consuela está enferma y ha abandonado al tío Simón a su suerte como anfitrión. Yo nunca tuve ningún problema con el tío Simón. Es mas siempre me cayó muy a pesar de que no lo veía muy seguido. En cambio a la tía Consuelo no le gustaba ver a nadie bebiendo, ni repitiendo el plato, ni riendo en la sobremesa. Creo que todo le molestaba y que por eso vivía amargada y enfermándose antes de la reuniones familiar. Ella estaba en contra de que los demás se divirtieran aunque últimamente lo hacíamos a costa suya. Era el comentario general y obligado en las reuniones que teníamos y a las que ella faltaba.

A la tía Consuelo nunca le gusto la idea de que empezara a beber antes de ser mayor de edad. A mí me importaba un bledo lo que pensara. Cuando cumplí los dieciocho y adquirí el derecho de beber con tranquilidad del bar, me miraba con una cara de culo que no podía soportar y me pasaba el resto de la reunión hablando mal de ella con mis primos. En esa época al menos iba a las reuniones y podíamos burlarnos, muy cerca a ella, de lo amargada que vivía.

Pasamos por la pastelería un pedí unos dulces de canela. Nos dirigíamos a la casa de tío Simón. Le pregunte a mi tía si no le molestaba tener que ver a sus primos y tíos. Ella dijo que el tío Simón estaba pagando sus culpas y que ahora era un buen momento para juntar a la familia. Yo seguía comiendo mis dulces de canela. No tenía planeado beber pero si quería comer cerdo asado. Ya nos habían adelantado que iban a preparan cerdo al cilindro. Yo estaba contento pero de todos modos quise ir a la pastelería.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy divertido!!