2/12/10

Fin de semana.

El fin de semana había llegado y no me bañaba desde la semana pasada que terminé los exámenes finales. No me sentía muy bien. Sabía que podía haber dado mejor aquellos exámenes. De todos modos no iba a jalar ningún curso. Aun tenía que recoger los exámenes corregidos pero me daba pereza ir hasta la universidad.

Mi tía ya había empezado a rociar mi desodorante en mi habitación de vez en cuando para hacer más llevadero el olor en el departamento. Mi tío aun no había llegado de su viaje de negocios. Yo no quería salir de mi habitación. Iba de vez en cuando a la cocina a comer algo y regresaba. Tenía cigarrillos suficientes para la semana que ya se estaban acabando en un cajón.

En la tarde después de almorzar llamó Cesar. Dijo que había una reunión con los chicos de su facultad. No tenía muchas ganas de salir pero me prometió que iba a beber gratis. Eso me puso de buen humor. Finalmente me bañe. De todos modos ya era hora. Mi tía no era la única con derecho a deprimirse. El fin de año es una mierda. Me dan ganas de mandar a freír monos a medio mundo pero sobre todo de no bañarme y apestar a diantres.

Cesar no vivía tan lejos así que le dije que viniera a recogerme a las nueve para ir por un café antes de la fiesta. Invitarle el café era lo menos que podía hacer. También aliste una botella de ron que no iba tomar por si acaso. No había bebido en meses y pensaba hacerlo.

Cuando me estaba cambiando el teléfono volvió a sonar. Había olvidado desconectarlos. A mi tía no le incomodaba que hiciera esto por que siempre la ubicaban al celular. Era Cesar otra vez diciéndome que había olvidado mencionar que la reunión era con disfraz. – ¿Y de donde carajo saco un disfraz a esta hora?- respondí. Nos reímos un rato. El no iba a ir disfrazado pero de todos modos me dijo que lo tuviera en cuenta.

Saque el terno que usaba en las exposiciones de la universidad, una camisa blanca y una corbata azul que casi nunca me ponía. Iba ir disfrazado de un conocido periodista al que no le gustaba variar mucho su forma de vestir. Me tuve que peinar y amarrar el cabello. Listo, estaba preparado para mezclarme entre la multitud de disfraces o al menos creía eso. De todos modos podía decir que estaba disfrazado de oficinista liberal o uno de esos motivadores que venden libros de autoayuda.

Busque entre mis cosas una pistola de juguete, una barba postiza y un gorro de navidad. Cesar seria un asesino disfrazado de papanoel. Nos encontramos y fuimos al café. Le dije que no me había sentido muy bien en la semana. Hablamos un rato y estado de ánimo mejoró. Tal vez por que me dijo que tenía varias amigas (esperaba que todas fueran agraciadas) y casi ninguna con enamorado. Todas ella solteras y disponibles. El alcohol haría el resto, yo solo tenía que comportarme como siempre lo hacía.

Pague la cuenta del café y salimos para tomar un taxi e ir a la reunión. Cuando llegamos nos dijeron donde estaban los vasos y que podíamos beber del bar a discreción. Salude a todas las personas de la fiesta mientras Cesar se quedo en la puerta hablando con la dueña de casa. Me presente como el amigo de Cesar, Joaquín, estudiante de filosofía y buen compañero de cafetería. Unos chicos insistían en que bebiera algo de whisky pero les dije que era abstemio desde hace algunos meses. Me dejaron beber coca-cola tranquilo.

Luego hable con unas chicas que se había juntando en una esquina. Una estaba disfrazada de zombie y las otras de hadas. La chica zombie parecía ser la más agraciada. Me divertí mucho con ella hablando sobre sinsentidos y cosas sin importancia. Los temas complicados habían quedado atrás junto a mi último examen. La reunión avanzaba y no dejamos de hablar en toda la noche.

Estaba bastante satisfecho por como me había ido. Cesar me dijo que ya tenía que regresar a casa. No tuve mayor problema en acompañarlo de todos modos teníamos que regresar juntos. Ya estaba algo ebrio y tuve que ayudarlo a no tropezar con algún mueble de la casa. Nos despedimos y salimos por la puerta de la cocina.

-¿oye, tuviste suerte con alguna?- me preguntó.
- me lleve bastante bien con la chica zombie pero olvidé preguntarle su nombre- le dije.
-se llama Silvana y lleva algunos cursos conmigo- dijo y vomitó en un jardín.

Al llegar a casa, me di cuenta que estaba curado. Si, curado había olvidado por un momento a Alejandra. Me importaba un bledo lo que hiciera con su vida. Ella también se podía ir a freír monos con quien quisiera. No tenia que sentirme mal por nada ni nadie. Volvería a bañarme todos los días y así mi tía no tendría que tomar medidas desesperadas por el olor. Tal vez trataría de llamar Silvana. Claro, si es que Cesar recordaba algo de lo sucedido.

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