27/5/11

Simplemente no es mi estilo

 

Ir a protestar no me llama la atención. He visto protestas desde muy pequeño ya que mi mama trabaja en el ministerio público que está en la avenida Abancay y siempre confundía las protestas con desfiles. Creo que por la costumbre ya soy inmune al gas lacrimógeno. Tampoco me gusta ser parte de la multitud. Prefiero que mi tribuna sea atrás de un escritorio exponiendo mi punto de vista a partir de unas cuentas líneas. Eso es y será lo que seguiré haciendo.

Pues bien ayer hubo una protesta/marcha/movilización “por la democracia” que en realidad era para promover el odio a determinado contendor de la campaña electoral que vivimos para además recordar unas de las mas nefastas dictadura por la que tuvo que pasar el Perú. La finalidad me pareció adecuada a pesar de implicar el apoyo implícito a otro candidato.

El odio y resentimiento brinda la identidad necesaria para promover la movilización de estudiantes que no dudan siquiera el perder unas horas de clases para confraternizar con compañeros de otras universidades. Sea o no justificado el descontento, odio o discrepancia, expresar lo que se piensa de forma individual o colectiva me parece una muestra saludable de participación por parte de la ciudadanía siempre y cuando no degenere en violencia. Por suerte nada de esto pasó. Pueden encontrar fotos y comentarios sobre la marcha en twitter buscando el hashtag #m26.

Y es que protestar en lima es una muestra de que vivimos en un estado de derecho que aun respeta garantías individuales. Ya quisiera verlos protestando de la misma manera en un gobierno adverso en el cual fuesen una minoría. En ese caso sería la intolerancia manifestándose y no el respeto a la decisión de las mayorías que debería prevalecer pues este es uno de los pilares de cualquier sociedad democrática.

Protestar no debería ser una moda. No deberíamos ufanarnos al publicar que estuvimos en una marcha porque la mayoría de nuestros amigos iba también a estar ella. La participación debe ser un acto que debe realizarse luego de un minucioso análisis por parte de nuestra razón y entendimiento y que además debe reflejar nuestras convicciones políticas y morales para ser consecuentes. En un post anterior defendí el derecho al voto viciado y mantengo esa posición. Por lo tanto no me parecía pertinente ni adecuado ir a marchar solo para gritar:
“¡Kenji, maldito, no violes al perrito!”. Tampoco votaré por el otro candidato.

Ahora estoy preocupado por lo que ocurre no en mi entorno inmediato sino en el sur del país para ser más exactos, Puno. Protestas violentas están teniendo lugar y el proceso electoral se ve amenazado. Mariátegui en la columna de hoy plantea una serie de preguntas muy interesantes al respecto. Para resumir lo anterior: ¿Quién dirige y asume los gastos de esas protestas?

No todo está en orden y esto no se puede resolver saliendo a la calles para hacer un city tour por el centro de Lima con los amigos con los cuales tomas café saliendo de clases.

PD: aquí el link de la columna de Aldo Mariátegui. http://diariocorreo.pe/columna/10983/limones-acidos/

 

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