14/5/11

Lucky

 

No me gusta despertar temprano. Lo que me gusta es simplemente despertar. Con o sin resaca pero despertar a fin de cuentas y saber que tendré al menos un día mas para divertirme haciendo las cosas que me gustan aunque para eso tenga que hacer otra que no me gustan tanto.

Yo solía trabajar en un instituto de idiomas dando clases de inglés pero me di cuenta que no podía cumplir con los horarios porque a veces se me daba por beber después de almorzar, una cosa llevaba a la otra y terminaba ebrio antes de que oscureciera. Luego con el salario mermado intente trabajar los fines de semana pero la jornada era extenuante y no podía mantener el buen humor.

No recuerdo que paso exactamente. No sé si me despidieron o si renuncié. La verdad es que hay varios momentos de mi vida que no recuerdo por haber estado ebrio. Creo que fui a presentar mi renuncia ebrio, alguien se dio cuenta y no pude hacer otra cosa que quedarme dormido en una banca. Creo que si me despidieron. Saqué mis cosas de la sala de profesores y fume un cigarrillo en la cafetería ya que no tenía nada que perder.

El trabajo me permitió vivir solo y después de lo ocurrido tendría problemas para pagarle el alquiler de la habitación a la señora Rosario. Ella era muy buena persona y no hacia muchas preguntas. Yo era un borracho parco y silencioso. Usualmente bebía hasta quedarme dormido sin hacer mucho desorden. Si quería fumar tenía que ir a la azotea para no dejar el olor a cigarrillo en el cuarto. Pintaba atardeceres o lo que veía desde la ventana de mi habitación en carboncillo.

Había un piano en el primer piso. Algo bueno que hiso mi madre para tenerme ocupado cuando era niño fue enviarme a clases de música en un museo. Sabia tocar piano, guitarra y ya por mi cuenta, por ser parte de la banda en el colegio, aprendí a tocar la batería. Nunca me fue bien con los instrumentos de viento.

En fin, no tenía trabajo y gastaba mis pocos ahorros en botellas de ron, cigarrillos y algo de comida. Pasó un tiempo y mi hermana menor, muy preocupada, vino a visitarme pues se había enterado de lo sucedido.

Estaba preocupada pero no necesariamente por mí. Necesitaba un favor. Quiera que cuidara a un perrito chusco que había llegado a casa. Le dije que podía cuidarlo solo si la señora rosario lo permitía. Ella dijo que eso ya estaba resuelto ya que cuando llego yo estaba dormido y había conversado ya con rosario.

Nunca entendí porque la señora Rosario había decidido alquilar parte de su casa y menos a mí. Tal vez se sentía sola. Bueno un perrito no se sería mala compañía para ninguno de los dos. Además se veía muy simpático y caía bastante en gracia.

Mi hermana se fue y me dejo algo de dinero y comida. Dijo, además, que si estaba sobrio podría darles clases a sus amigas de colegio. No necesariamente de inglés, sino también de música y otras cosas que estudie en la universidad. Ahora que tenía más tiempo libre había vuelto a escribir en mi blog.

A los pocos días empezaron a venir sus amigas. Conocía a la mayoría de ella desde muy pequeñas. Ellas venían y me decían que querían hacer. Por algo de comprensión y sentido común dejaba los cigarrillos por un momento y me aseguraba de no tener mal aliento. Mi mamá no se cansaba nunca de mandarme chicles de nicotina así que eso ayudaba a pasar el rato.

La verdad es que me divertía y encima me pagaban. No me iba tan mal. La señora Rosario dijo que podría pagarle cuando pudiera. Pues las clases continuaron y cada vez me relacionaba más y mejor con las amigas de mi hermana menor. Estaba menos huraño. A veces tenía que hacer un esfuerzo para quedar bien. Había pasado bastante tiempo y se me hacía difícil recordar algunos temas por eso tuve que revisar mis apuntes de historia y filosofía. Las clases de música eran igual de macanudas incluso me quedaba tocando después de que ellas se iban y olvidaba tomar algunas noches.

En algún momento vieron mis dibujos y dijeron que los podían vender en las ferias del colegio. Yo estaba dispuesto a hacer lo que fuera por dinero después de todo me gustaba mucho dibujar y el carboncillo era barato como mis cigarrillos.

Al perrito le puse Lucky como una marca de cigarrillos que ya no podía costear. A veces ladraba y tenía que sacarlo a pasear. Primero íbamos a la bodega de la esquina y compraba una lata de cerveza. Las vecinas me veían y me saludaban. Los niños de la cuadra jugaban con Lucky. Creo que les daba un mal ejemplo saliendo a beber al parque así que después de un tiempo cambie las latas de cerveza por botellas de gaseosa. Poco a poco me hice amigo de los vecinos, antes no salía porque estaba muy ebrio como para hacer algo además de dormir.

Mi hermana regreso después de un par de semanas para preguntar cómo íbamos. Le dije que bien, ninguno de los dos había muerto. Creo que ambos nos cuidábamos mutuamente. Lucky era el culpable de que bebiera menos junto a las chicas que venían para que les diera clases. Yo le daba de comer y beber y cuando lo olvidaba la señora Rosario se encargaba de él.

Antes de irse me dijo que solo había podido traerme algo de comida, los chicles de nicotina que enviaba mamá y un sobre de papá. De hecho no me iba mal y me gustaba ver a mi hermana. Nos despedimos y me fui a descansar con Lucky, en la tarde habíamos hablado de historia del arte con las chicas y nos merecíamos una cerveza. Bueno Lucky no tomaba cerveza pero a veces le invitaba algo de lo que comía.

El sobre contenía una nota escrita por papá. Decía que si quería y estaba dispuesto a mantener cierta regularidad podía escribir para un diario pues ambos conocimos a la directora en la maestría de filosofía. Tendría que escribir artículos sobre actualidad y política. De hecho era lo ya estaba haciendo por mi cuenta solo que ahora me publicarían y pagarían si enviaba mis apuntes dos veces por semana.

En fin, era hora de dejar alcohol. A Lucky le gustaba perseguirse la cola mientras yo fumaba en la azotea. Las chicas juntaban mis latas de cerveza para reciclarlas y bueno, yo ya sabía que tenía que hacer con mi vida ahora después de mucho tiempo.

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