22/4/11

exequias

Un velatorio es aquel lugar en el cual se realizan velorios. Un velorio consiste en velar un féretro. Y este es uno de los eventos, si bien algo trágicos, más aburridos a los que uno pueda asistir. O al menos es lo que creo. Y claro, obviamente, nunca tendremos la oportunidad de asistir al nuestro.


Pero tener únicamente  en cuenta la naturaleza trágica del evento sería no apreciar la totalidad de uno de los pocos ritos que ha permanecido en la historia de la humanidad desde que esta se conoce como tal. Se debe tener también en cuenta (y sobre todo) el que se reúna a los amigos, conocidos con algo de curiosidad y familiares, por ultima vez y no precisamente en ese orden.  Solo de esta forma es posible a compartir el ágape con los que nos acompañaron, aprovechar la última oportunidad de expresar el ser gregario en fraternidad y definitivamente no permitir que se beba licor barato.


Esas fueron algunas de las consideraciones que pasaban por mi mente al entrar a una iglesia después de mucho tiempo. Fue mi hermano el que me comunicó la noticia en la madrugada. Solo me dio la información relevante y yo agradecí el gesto dándole más tiempo para llamar a otras personas que estuvieran más interesadas que yo así que colgué el teléfono de inmediato para seguir durmiendo y no tener ojeras al día siguiente. Solo tenía un hermano y era él. Yo nací antes, pero él hacía las veces de hermano mayor y a mí me daba igual porque a todos en la familia, que se iba reduciendo con el tiempo, les daba igual de la misma manera.

Decía entonces que los velorios eran aburridos, muy aburridos y en especial porque todos debíamos ir casi uniformados según las estrictas reglas de algún protocolo social del cual nunca fui informado. Si bien tenía un par de ternos, los que usaba para eventuales presentaciones en el trabajo, no me gustaba la idea de ir tan formal en especial con el calor que iba tener que soportar. Lentes de sol, listos.


Desperté antes que la alarma del despertador lo hiciera. Me levante y me dirigí a la ducha. Sabía que el día que me esperaba tendría silencios incómodos. No tenía problemas con el silencio pero si con esa extraña sensación de sentirme incomodo. Hace mucho que no sabía de él y sin embargo ya sabía que nos volveríamos a ver solo bajo estas circunstancias. Estaba casi listo, demore solo en escoger la corbata adecuada.


Al salir del departamento, en vestíbulo ya casi por salir del edificio tampoco creí necesario despertarlo, era muy temprano. Era domingo y de este modo mi reciente rutina no se vería afectada. No apague el despertador. Camine un par de cuadras, no tenía un café preferido así que esta vez fui al más cercano. No estaba desaliñado, incluso me había afeitado. Saben esto de tener que ver a la familia en velorios y ya no en cumpleaños me empezaba a fastidiar. Dejar de recibir invitaciones para recibir noticias en momentos menos esperados o los obituarios tampoco me parecía divertido.

Y no era divertido porque ya sabía que me esperaba una tarde muy aburrida. Regrese al departamento y lo encontré despierto, no le dije nada al respecto pero mi aspecto me delataba. Le di el periódico, cambiamos un par de frases y nos pusimos a terminar algunos apuntes. Faltaban solo dos días para el cierre de la siguiente edición de la revista. “Es probable que tenga ideas para una nueva historia” le dije. No respondió.

Pedimos una pizza para el almuerzo y abrimos una botella de vino. Tenía miedo de manchar la camisa pero la flojera por volver a hacer el nudo de la corbata pudo mas. Desde la ventana veíamos el patio de nuestro antiguo colegio y nos daba cierta satisfacción sin sentido el poder fumar a cualquier hora tan cerca.

Me di cuenta que no había lustrado mis zapatos. No me importaba mucho pero quería que al menos mi madre no tuviera algo más de que quejarse. Pedro se había bañado y estaba en bata. Me miro y dijo que no demoraría mucho en cambiarse.

Pasaron diez minutos y se había puesto uno de mis ternos. El no tenía casi nada de ropa formal. Casi siempre lo veía en bermudas y polos que compraba en la sección de adolescentes.

En fin, limpiamos la cocina, salimos del edificio y tomamos un taxi para ir al velatorio que estaba al costado de una iglesia algo grande. Ahora tendría que enfrentar no solo la muerte de mi padre sino también todas las responsabilidades que su partida había dejado. La verdad es que me aleje de todos los últimos años. Pero ahora que ya no había nadie para criticarme tal vez los vería mas seguido.

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