4/8/10

Maldita sabandija

Tal vez esta sea mi última taza de café y estos mis últimos cigarrillos. Aunque no estoy tan seguro de esto ya que planeo fumar, beber (no solo café) y consumir ansiolíticos antes de aquel instante que me separe de este mundo. Pues bien, en los últimos quince años no he tenido una vida muy ordenada aunque si en exceso rutinaria. Mis hábitos no fueron los más adecuados y finalmente mi cuerpo está sufriendo los estragos mi absurda irresponsabilidad.

En fin el diagnostico del médico, que desde ya empecé a odiar, es en simples palabras que soy un enfermo terminal con no muchos días de vida que contar. Esta noticia me dio dos opciones las cuales seguí de forma preclusiva. Primero me deprimí y ahogué mis penas en alcohol como era de esperarse hasta no recordar que era un paciente terminal incluso cuando regrese a la misma sala de emergencias por tercera vez en la misma semana para un lavado gastro-intestinal.

Luego me di con la sorpresa que podía hacer de mi muerte algo más que un simple hecho efímero y pasajero y es por eso que finalmente he decidido acabar con la vida de la maldita sabandija, hijo de mil putas de mi jefe antes que la muerte decida llevarme. No podría soportar que este ser abyecto me sobreviva y considero este acto como una profilaxis social y que a la vez podría generar algo de placer y satisfacción en los días que viviré después de la muerte de aquel vil hijo de puta.

No obstante mis ánimos en estos últimos días no solo serán tanáticos sino también eróticos pues pienso recuperar el tiempo perdido y tratar de conquistar a la única mujer que ha logrado cautivarme en todos los aspectos desde una edad muy temprana. Es cierto que hemos perdido el contacto en estos últimos años pero definitivamente no pienso mencionar nada relacionado a mi estado de salud ya eso sería mendigar algo de atención en la lástima que podría generar. Pero estoy seguro de que con algo de esfuerzo lograre robarle una sonrisa, un mínimo gesto de afecto o, quien sabe, incluso un ósculo enternecedor. Después de todo aun nos vemos una vez al año en el almuerzo de ex alumnos del colegio, por cierto próximo a celebrarse, en el cual asumimos que somos amigos.

Una vez superado el episodio de alcoholemia extrema mis días en este mundo se redujeron considerablemente pero esto simplemente no me importo. Ahora tenía en mente matar a mi jefe y conquistar a una mujer. No sabía qué era lo que debía hacer primero o que era lo que me iba a demorar más.

Y es que es solo recién ahora que puedo pensar en este tipo de cosas cuando, como lo mencione, me he pasado los últimos quince años bajo las ordenes de un jefe bastante hijo de puta de puta que solo conseguía estresarme y buscar una salida fácil en el alcohol los fines de semana y en ciertas pastillas casi a diario, sin mencionar la cajetilla de cigarrillos que solía fumar en los pasillos del estudio mandando a la mierda a todos aquellos los que me recordaban que estaba prohibido fumar. Al parecer mi cuerpo es mayor que mi mente pues parte de mi sueldo aun se va en comprar juguetes de colección.

Matar a mi jefe debe ser un acto casi imperceptible y ya se finalmente como llevar a cabo esta misión la cual mis últimos días de vida me han encomendado. Esperare sigilosamente en la puerta del estudio, al cual obviamente tendré que renunciar estos días, hasta que mi jefe este ebrio fornicando con una nueva practicante. No puedo olvidar llevar puestos unos guantes quirúrgicos para no dejar rastro de presencia en el lugar y cuando sea el momento indicado agarrare a ese maldito hijo de puta, lo asfixiare y le inyectare algo de aire en el cuello con una aguja hipodérmica. Esto definitivamente me llenara de adrenalina y satisfacción.

Como no me gustan las sobras le ofrece cordialmente a la nueva practicante llevarla a casa y comprarle un café y algunos chocolates.

Luego de terminar con la primera parte de mi plan, llamare a la única y más importante mujer en mi vida. Le diré que estoy aburrido, sobrio por las mañanas, sin trabajo y con ganas de escribir sobre lo primero que se me ocurra. Ella puede ayudarme, es periodista en una importante revista de política nacional aunque solo hace reseñas en la sección de sociales junto a las fotos de los eventos públicos recientes.

Saldremos un par de veces para compartir apuntes y anécdotas. No me importa que este con un francés amanerado, triste alimaña. Serán los momentos más gratos de mis últimos días y si con estas salidas mi plan no da resultado teniendo en cuenta el poco tiempo de vida que me queda le daré la exclusiva sobre un asesinato reciente no resuelto hasta el momento. Ella estará desconcertada y entusiasmada por hacer algo más en su revista. Y yo le contare esta historia, mi historia, la historia de una maldita sabandija.

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