6/7/10

Desde el acantilado

Había visto el amanecer desde el acantilado por enésima vez. Era domingo, muy temprano y aun sufría los estragos de una terrible borrachera. No había dormido y me seguía doliendo la cabeza terriblemente. Era hora de ir por un café a la misma cafetería de siempre ubicada cerca a la iglesia en la cual solía quedarme dormido. Ella conocía mi rutina de los domingos, verme convertido en un despojo humano bebiendo café y terminando los cigarrillos que me quedaban. A veces solía invitarme a terminar de desayunar en su casa. Su hermano menor me caía bien para tener solo 12 años. Yo no tenía un domicilio fijo así que eso explicaba el porqué no tenia problemas en estar ebrio cada fin de semana. En fin, finalmente ella llego aunque esta vez note algo de mal humor en su mirada. Creo que simplemente estaba de mal humor. No lo se, nunca entendí a las mujeres, nunca estuve con una de ellas o al menos no en una relación que durara mas de un par de horas y un encuentro carnal.

Me encontró en una esquina con la mirada perdida, viendo que tenía problemas con mi encendedor. Me dio el suyo y de paso un gran sermón sobre no se qué. En realidad no le preste demasiada intención. Solo sabía que me dolía la cabeza y que ella estaba conmigo un domingo por la mañana en una cafetería cerca a una iglesia.

- fue suficiente Joaquín- dijo
- lo se, estaba muy ebrio, realmente ebrio. pido disculpas formales. Mañana te las mando notarialmente. Dije eso y algo más que tampoco recuerdo. De hecho no sabía si lo que decía tenia sentido o si al menos estaba coherentemente. De todos modos no importaba, ya iba por el segundo café y esta vez no tenia problemas con mi encendedor.

Pedí un café mas para ella. Realmente esperaba que me invitara a su casa. Yo quería dormir al menos un par de horas antes de regresar a la casa de mis tíos, de mi abuela o la de algún otro amigo pero esto nunca paso. No me invito y entendí que esta vez mis comentarios de ebrio habían sobrepasado su capacidad de tolerancia. Ella aun se veía de mal humor y empezó a hablar de su enamorado. Estaba muy cansado como para discutir así que solo movía la cabeza para dar a entender que tenía razón. Terminamos el café casi al mismo tiempo di una ultima calda a mi cigarrillo antes de apagarlo en el cenicero y solo atine a darle un beso en la mejilla con olor a nicotina. Ella no dijo nada y se que en silencio.

- ¿Cómo va tu terapia paciente psiquiátrico?
- Bien, auque me voy a ganar una buena reprimenda por esta última.

Nunca antes me había llamado así. Hubiera preferido cual otro adjetivo pero no que me recordara mi condición médica. Estaba claro, esta vez no me iba a invitar a su casa a pasar el domingo y creo que nunca más lo iba a volver hacer. Me pregunto que iba a hacer y le dije que para variar no tenia ni la más mínima idea. Pague la cuenta, Salí de la cafetería y la deje sentada en aquella mesa, detestaba a su enamorado y el me detestaba a mi, compre una cajetilla de cigarrillos y fui a ver el pasar de la mañana desde el acantilado. Creo que la voy a extrañar.

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