14/7/10

Esperar no es un problema

Tenia el cuelo de la camisa roto. Me robaron el celular y algunos documentos. Por suerte no se llevaron el maletín de la oficina. Eso si me hubiera jodido y bastante. No solo por el mal humor de mierda que hubiera tenido en el fin de semana sino en lo que hubiera tenido que pensar como excusa para aplicar la ira del dueño del estudio. No hacia mucho, pero me pagaban por hacerlo. Creo que lo hacia bien y además me llevaba bastante bien con las nuevas practicantes que ingresaban constantemente.
Como cada viernes salir mas temprano que de costumbre. El resto del personal solía beber en la sala de recepción pero nunca me quedaba. Tenía miedo de estar ebrio en público y ser despedido. En realidad no tenía mayores problemas para estar ebrio en general.

Salvo el incidente del robo ya sabia que era lo que tenia que hacer. Esperar como siempre en la misma mesa del mismo café. Primero pedía un cappuccino y después americanos hasta que me dijeran que estaban cerrando el local. Antes de eso fui al banco para sacar un duplicado de mi tarjeta de crédito.
Llegue, choque el parquímetro y solté un par de blasfemias. Un perro orino en las cuatro llantas del auto y me di cuenta que me faltaba el espejo del lado izquierdo. ¡La madre que pario las desgracias!

En fin. Insisto ya sabia que era lo que tenia que hacer. Mi mesa estaba ocupada así que espere. Últimamente la sección de fumadores paraba atestada de juventud en éxtasis. Bueno yo empecé así y seguía viniendo los viernes aunque antes venia mas seguido.
Esta vez ninguna mesera me saludo. Solían cambiar de vez en cuando. Unas estudiaban y otras conseguían mejores empleos. No había mucha diferencia todos éramos empleados para alguien mas.

Finalmente me senté y continúe con la rutina. Me saque la corbata y la camisa rota. No me gustaba la corbata que llevaba puesta, desde ahora iba ser mi corbata de mala suerte. No tenía muchos cigarrillos en la cajetilla. Una turista me pidió prestado el encender y se sentó junto a mí. Tratamos de conversar un poco en ingles pero su acento francés impedía llegar más allá del buen trato y amabilidad, era casi de mi edad. De todos modos me invito algunos cigarrillos más después de terminar con los míos. Había pasado bastante tiempo desde que alguien más pagaba la cuenta. Se fue y me dejo la dirección del hotel en el que se estaba hospedando, le regale mi camisa y la corbata, creo que se dedicaba a algún tipo de labor social. Me gusto deshacerme de la corbata.

Ahora tenía frio y fui a sacar mi casaca del auto. Una paloma cago sobre el parabrisas. Yo creo que un pterodáctilo por el tamaño de la gracia. Continúe sentado, hora de pedir americanos. En mi espera solía hablar con extraños y esta vez no había sido la excepción.
Llego el primer café, empezó a llover y seguía esperando. Yo le dije que la estaría los viernes. Nunca llegaba pero siempre la esperaba. Algún día tendría que llegar, tomaríamos un café recuperaríamos el tiempo perdido, le pediría disculpas por ser un patán, pagaría la cuenta y la invitaría a ir al cine como cuando éramos adolescentes.

Se hacia tarde y ella aun no llegaba. Tal vez nunca llegaría a nuestra cita de todos los viernes a las cuales yo asistía religiosamente. Claro que después siempre llamaba a alguien e íbamos por algunas cervezas. Mi vida era una rutina y mi rutina era mi vida.
Jenny era quien me servía el café ahora. Lo supe por que ella misma se molesto en presentarse. Yo ya estaba aburrido de presentarme en el café. No era mi culpa que las meseras cambiaran tan seguido. Tal vez yo era el único que seguía yendo a pesar del tiempo.

Me quede bebiendo café ahora en la barra, perdí la noción del tiempo, después de todo también había perdido mi reloj. Jenny era amable, varios años menor que yo y algún momento se le dio por hablarme. Le dije que esperaba a alguien todos los viernes, ella me dijo que me parecía a su medio hermano y no solo físicamente sino también por lo testarudo. Yo mentí y le dije que parecía a mi hermana aunque solo tenía una prima con la que casi nunca hablaba pero que me presentaba a sus amigas de la universidad.

Le pedí que se sentara conmigo. Lo que me pareció raro fue que realmente accediera pensaba que estaba trabajando pero me dijo que habían cerrado el local hace más de una hora y que por eso yo era el único en el café. Ella se había quedado solo para verme. Dijo que le parecía curioso que alguien esperara todos los viernes a alguien que nunca llegaba. Le habían contado mi historia.
Conversamos un rato, me dijo que iba a la mitad de la carrera de administración. Yo le dije que trabajaba para pagar algunas cuentas y solo eso. Nos llevamos bien y hablamos un poco sobre literatura reciente. Tenía buenos gustos y había leído muy buenas obras clásicas también.

Ahora si era tarde y Jenny se veía cansada. Me pregunto que tenía planeada y respondí que como cada viernes llamaría a un amigo para ir por algunas cervezas. “¿a estas horas?” dijo sorprendida. Tenía razón. Ya era tarde.
Por la cantidad de café no iba a poder dormir en un buen rato así que ofrecí llevarla a su casa después de que cerrara por completo el local y apagara las luces. Ella me dijo que aceptaba las cervezas que aun no le había invitado. Pregunto en donde vivía y me dijo que vivía no muy lejos del café. Entramos en mi auto, arranque el motor, salimos y pasamos por un grifo a comprar un pack de veinticuatro latas de cerveza. Bebimos algunas en el camino, se quito el mandil del trabajo, se soltó el cabello y continuamos hablando mientras daba vueltas por el distrito con el parabrisas aun manchado. Finalmente le dije que podía quedarse con algunas latas por el buen trato en el café. Jenny sonrió y me dijo que podía estacionar el auto en su garaje y pasar a su casa.

Un perro volvió a mear las cuatro llantas de mi auto.

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