7/1/11

Dupla

Joaquín y Julián eran dupla perfecta en sus años de adolescencia o al menos en el tiempo que pase con ellos cuando los tres estábamos en el colegio. A la salida de clases los veía caminar por el parque central ya con la camisa fuera del pantalón hablando sobre lo que habían hecho en el día y planeando su fin de semana. Siempre estaban juntos incluso cuando el timbre del colegio anunciaba el fin de clases.

Ellos eran vecinos, no vivían tan lejos del colegio pero de todos modos los recogía la misma movilidad que nos había llevado desde la primaria. En los recreos hablaban sobre las chicas de la siguiente promoción con las que salían en los fines de semana. Su promoción era la última de varones y parecía que solo necesitaban de ellos dos para sentirse bien. Nunca los vi con otros chicos de su promoción en los recreos. Eran ellos dos en un pasillo, bajo las escaleras, en el patio o en la cafetería. A Julián le gustaban los trucos de magia y Joaquín siempre tenía un libro distinto cada semana.

Con un poco de vergüenza me acerque a ellos cuando regresamos a clases luego de las vacaciones de julio. Les dije que era el quinceañero de una de mis amigas, que ambos estaban invitados y que además podían llevar a más amigos de su salón. Ellos se vieron sorprendidos pero aceptaron ir. Se miraron un rato, Joaquín saco un paquete de galletas de su bolsillo, Julián me regalo una carta. Era el as de espadas.

Pasaron unos días. Nos veíamos los tres muy temprano en la movilidad. Al menos ahora me saludaban antes de que Julián empezara a barajar cartas sin parar y que Joaquín terminara de despertarse.

Recuerdo que era viernes. No me dejaban salir hasta muy tarde. Julián y Joaquín querían salir a caminar y me dijeron si quería acompañarlos. Acepte y fui con ellos primero al parque y después al malecón para ver el mar un rato hasta que se hiciera de noche. Tomamos un taxi y me dejaron en casa. Ellos pasaron y me pidieron un café. Joaquín empezó a ver las fotos que había en las paredes y los distintos adornos que tenía en casa. Julián pregunto si podía hacer una llamada para que los recogieran. Mamá aun no llegaba así que los tres hicimos algo de café y comimos galletas de avena. Joaquín no hablaba mucho, se distraía fácilmente con los detalles más insignificantes como los diseños del mantel o el orden de las cosas en la cocina.

Antes de que los recogieran pudimos jugar un rato ocho locos. Yo la pase genial. Me gustaba que ambos estuvieran en mi casa. Cuando los vinieron a recoger me preguntaron si tenían que llevar un regalo para la fiesta de mañana. Joaquín insistía en que debían de llevar algo por que la fiesta era de una chica que no era del colegio. Quedamos en que yo iba conseguir un regalo y que ellos debían pasar por mí a las nueve de la noche para volver conversar un rato antes de que mi papá nos llevara a la fiesta.

El día de la fiesta llego. Julián y Joaquín llegaron puntuales y yo aun no terminaba de arreglarme y cambiarme. Mamá les ofreció un café mientras ellos esperaban a que yo bajara. No podía creer que iba a ir a una fiesta con ellos. Hace tan solo unas semanas no les hablaba a pesar de ir todos los días juntos al colegio. Ellos siempre salían. Yo era quien necesitaba el permiso y alguien con quien ir. Un taxi nos recogería cuando la fiesta acabara y nos dejaría en nuestras casas.

Llegamos al local. Era en un salón bastante amplio de un hotel cinco estrellas. La fiesta era a todo dar. Joaquín empezó a comentar los vestidos de las chicas y las corbatas de los chicos. Julián escogió una mesa cerca al bar para que nos sentáramos hasta que bajara la dueña de la fiesta. Era raro verlos tan arreglados, peinado y perfumados. Joaquín hasta se había echado gel para peinarse el cabello hacia un lado. En el colegio dejaban que los chicos llevaran el cabello algo crecido siempre y cuando lo tuvieran peinado pero eso nunca le importo a Joaquín.

Cuando la fiesta empezó Julián llamo a un mozo y pidió un par de tragos. A mí no me gustaba beber pero ellos dos como, a la mayoría de chicos de su edad, parecía hacerles falta algo de alcohol en el sistema para vencer el miedo y empezar a bailar.

Les dije que no bebieran mucho por que teníamos que regresar juntos. Joaquín se veía algo aburrido ya que no quería bailar con nadie solo se la pasaba hablando con las chicas que se acercaban a él a preguntarle sobre Julián. El les decía que Julián estaría dispuesto a bailar con todas y cada una de ellas si esperaban el momento adecuado. Me acerque a Joaquín y le pregunte si quería bailar conmigo. Lo pensó un poco antes de aceptar y confesar que era algo tímido. Julián bailaba mucho mejor que Joaquín pero eso no importaba. Yo quería bailar con Joaquín, el chico tímido de los libros en el recreo.

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