30/5/09

Mercedes

Era una fría y nublada mañana de esas a las que estaba acostumbrado. Aun no había llegado el periódico-que por cierto nunca llegaba temprano- a pesar de que ya eran casi las 9 de la mañana. Al levantarme de la cama y salir de la habitación note que mercedes ya no estaba ahí. Fue solo cuestión de dirigirme a la sala del departamento, después de haberme lavado la cara y ponerme los lentes, que la vi echada sobre el sofá en el solíamos pasar las tardes de fin de semana viendo el mar y a los niños jugando desde el décimo piso en el cual vivimos. Suele siempre despertarse antes que yo y creo que aun le altera esta situación pero seria incapaz de decirme algo. De todos modos hago todo lo posible para que este tranquila y podamos ambos vivir en paz y de ser posible, felices. Hable con ella, los dos sentados en el sofá viendo el mar. Ella en algún momento se apoyo en mi hombro, me sentí bien y la acaricie. La mañana seguía avanzado y decidí tomar una ducha para dejar atrás algo de la resaca que tenia sobre la cabeza por la reunión en la oficina la noche anterior. Ya en la ducha trataba de recordar parte de los acuerdos y cláusulas que habíamos logrado establecer en la reunión pero solo recordaba el gran escote de la abogada de la otra parte y una minifalda que no creo que hubiera sido tan corta en realidad. Eso y además a Ernesto algo desesperado por tener que llegar al aeropuerto en menos de una hora para recoger a su hija que venia a visitarlo por unos días mientras yo continuaba bebiendo de forma muy burda el etiqueta azul que no planeaba devolver. En fin, Ernesto preocupado por cláusulas contractuales, yo algo ebrio coqueteando descaradamente con la abogada mencionada, en aquel momento muy sexy y ella al parecer aceptando todas o casi todas mis propuestas indecentes pues se veía muy reacia a los términos contractuales que Ernesto planteaba y que yo en teoría defendía. Todo sea por las abogadas que incitan al cortejo descarado, los jefes desesperados que pueden contar al final del día con el subordinado sin escrúpulos y los torpes asistentes que despilfarran tanta teoría cuando saben que no podrán nunca superar el escote de una mujer y todo el licor gratis que uno pueda beber en una oficina.En todo casi al salir de la ducha y aun con el cabello húmedo me puse el buzo de deportes que usaba solo los domingos y las zapatillas que había comprado hace unas semanas. El polo era el mismo de siempre, uno de los tantos que compraba en la asociación de exalumnos del colegio. Me acerque a Mercedes y me di cuenta que ya era algo tarde para salir a correr juntos por el malecón y que no tendría mucho sentido narrarle todo lo ocurrido la noche anterior. Me ofrecí a ir al supermercado a comprar el desayuno y las galletas que a ella tanto le gustan. Mercedes asintió con un ligero movimiento mientras seguía echada en el sofá.
Esta vez no me dolía la cabeza y podía recordar todo lo ocurrido la noche anterior. Solo eso ya era un merito. Aunque mercedes nunca le incomode este tipo de situaciones sin que por eso no deje de preocuparse por mi. Ella siempre se acerca a mí y aunque nunca mencione mi nombre me hace sentir bien mientras yo compro el desayuno los domingos. Aun seguía algo desconcertado y de cierto modo harto de algunas críticas de algunos familiares, con los que ya casi no hablaba, que calificaban a mercedes como una simple perra que se aprovecha de mí. Eso no era cierto, nos necesitábamos, vivamos juntos aunque en habitaciones separadas. Ella se quedaba en casa cuando iba a trabajar y nunca exigía explicación alguna por uno que otro mal hábito que aun mantenía.
Ya en el supermercado cogi una carretilla y me dirigí a comprar lo que usualmente consideraba un desayuno “dominguero” y de paso algo de comida congelada por que ni yo y mucho menos mercedes pensábamos cocinar en el día. Ninguno de los dos sabía hacerlo. Compre un galón de jugo de naranja, un baguette, algunos embutidos, leche chocolatada y una caja de capitan crunch . Todo eso y las galletas de mercedes.Al momento de pagar la cola estaba algo lenta. La cajera era nueva, la reconocí y me di cuenta que era la hija del militar que vivía en el mismo edificio que yo. No me llevaba muy bien con su padre militar pero el siempre utilizaba la azotea del edificio para reuniones familiares y parrilladas y me invitaba por cortesía o algún interés sospechoso. Yo solía llegar con una botella de vino. Mercedes en cambio se quedaba en casa. Tanta gente en el mismo lugar también la alteraban un poco. En fin en una de tantas reuniones la hija del militar empezó a frecuentar a mercedes tanto así que le di las llaves del departamento para que fuera a visitarla cuando quisiera y pudiera incluso si yo no estaba.
Era mi turno, saque la tarjeta de la billetera, marque la clave en el aparatito ese y la saludé de forma muy cortés. Ella respondió con un tono risueño y añadió que necesitaba el trabajo para cubrir algunos gastos extras de la universidad. Como era el último de la cola me quede un minuto hablando con ella. Pregunte si en realidad sus gastos extras hacían referencia a sus salidas de fin de semana. Ella respondió afirmativamente-bueno si-. Le dije entonces que podríamos discutir el tema si iba a mi departamento cuando acabara su turno. Gracias cesar- dijo ella. Habían más clientes.Me parecía mas que correcto ayudarla en los gastos triviales que tuviera. Casi todos los míos entraban en esa calificación y además ella parecía llevarse muy bien con mercedes. Yo no tenía mayores gastos y a estas alturas Valeria era casi mi hermana menor.

Salía del supermercado despreocupado como siempre. No vi el semáforo ni la calle que iba a cruzar, casi me atropellan y aun no había comido nada de lo que había comprado. Reconocí mi falta de atención y en lugar de increparle algo al conductor del automóvil me limite a darle una tarjeta de presentación mientras el semáforo seguía con la luz roja. Era uno de esos autos antiguos, con una pareja de novios a punto de casarse en alguna iglesia cercana. Mala fecha, el día seguía nublado.Pasado aquel incidente menor camine con la bolsa de las compras en dirección al departamento. Descanse en la entrada y un niño que no conocía me ayudo a subir con el paquete las pocas gradas que separaban del ascensor. Le regale uno de los cabannosi que tenia. Llegue al pasillo del décimo piso y entre a mi departamento. Recogí algunas facturas, recibos, catálogos y por el periódico que encontré en la puerta y vi a mercedes esperando con ansiedad el desayuno. Eran más de las 11 de la mañana. Aliste la mesa, me serví algo de jugo de naranja, ya no tenia muchas ganas de comer, mercedes solo tomaría agua y las galletas que le traje.

El teléfono sonó, era Valeria vendría a acompañarnos en el almuerzo. También tenia unas dudas respecto a un curso de la facultad y que pensó en consultarme por que es precisamente el tema que suelo ver.se venían sus exámenes finales y necesitaba una muy buena nota para aprobar el curso de derecho de familia. Ya le había comentado que me había especializado en ver divorcios porque me parecían divertidos y hacerlos menos engorrosos solo cuando me convenía.
Mercedes y yo seguíamos echados en el sofá viendo el mar y a los niños jugando. Ahora revisaba los catálogos que habían llegado. Podría comprar un nuevo auto, obviamente un mercedes, mas libros o aumentar mi colección historietas y figuras de acción. No podia decidir que comprar, eran muchas opciones y ahora solo esperábamos a que llegara Valeria y nos ayudara con nuestro desorden. Juntos los dos. Yo y Mercedes, una muy bonita Golden retriever.

1 comentario:

azabache dijo...

esa me la contaste el dia del BROster.

llovía btw, por eso necesitabamos grasa para sobrevivir.

no recuerdo qe respondí, facil monosílabos