No era lo que esperaba

solo tenia 25 años pero a pesar de no mostrar mayores signos de desgaste físico que imitar a un viejo emperador francés y no poder utilizar las escaleras para llegar al segundo piso en el que estaba su oficina, Joaquín había perdido aquel brillo en los ojos y sobre todo en su actitud que si tenían los colegas del trabajo,incluyendo al  jefe que se jactaba de venir en bicicleta todos los días.

-25 años y solo le hablo a uno de los conserjes, dos amigos de la universidad que terminaron en esta oficina antes que yo y eventualmente a los practicantes- era cierto al parecer su vida se iba apagando gradualmente como los cigarrillos de canela que fumaba cada tarde después del refrigerio.